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Las tecnologías de información (TI) han transformado el modo del hombre para comunicarse y hacer negocios. En la organización, esta afirmación se puede constatar con facilidad al comparar el alcance de los dispositivos electrónicos empleados hace una década con los utilizados en la actualidad. Lo mismo ocurre con las plataformas informáticas creadas para operar en las diversas áreas de la compañía. Si a este hecho se le suma el modelo de computación en la nube, se hace más que evidente que el ser humano vive una permanente metamorfosis en la manera de relacionarse y trabajar, por lo que numerosas empresas ya formulan su estrategia empresarial considerando las TI como un aspecto medular del negocio.

La forma en que se invierte el presupuesto de TI devela los esquemas financieros en la empresa. Por lo general, la mayor parte del capital se dirige a operaciones y procesos transaccionales. El desembolso destinado a tecnología e innovación suele ser mucho menor. Probablemente, porque muchos ejecutivos todavía no comprenden el beneficio que pueden generar las TI sobre el negocio mismo y porque de la asignación del presupuesto emerge como problema la incertidumbre del retorno de la inversión.

Cuando una compañía no cuenta con la asesoría adecuada o, peor aún, desconoce el negocio, abordar proyectos tecnológicos ambiciosos puede resultar en pérdidas económicas importantes. En buena medida, esto es dado porque las metas establecidas no son factibles o no se realizan las evaluaciones debidas. Algo es claro: invertir grandes sumas para la implantación de sistemas no garantiza el éxito de la planeación.

El escenario anterior revela la urgencia de alinear los esfuerzos sobre tecnología con los objetivos de negocio. Se trata de una labor minuciosa que no debe ser tomada a la ligera. Para lograrlo, primeramente se debe conocer en qué nivel de la escala de madurez de las TI se encuentra la compañía. Esto implica una revisión de los servicios, procesos y controles. Adicionalmente, se debe identificar el estado del área y sus prioridades. Luego definir planes que optimicen las operaciones a distintos plazos.

Los directivos de una empresa que busca redefinir la manera de ejecutar el presupuesto en tecnología deben cambiar su enfoque sobre la función que las TI ejercen sobre el negocio. Deben posar la mirada más fijamente sobre el departamento de sistemas, establecer un diálogo enfocado en la innovación y abrirse genuinamente a la transformación digital.

Por su parte, los profesionales de la informática no deben conformarse con mantener el motor andando; deben establecer un vínculo entre otros sectores como producción, mercadeo y ventas para estudiar las necesidades y encarar nuevos proyectos que generen valor sobre el negocio desde la perspectiva tecnológica.

Ya sea que se busque mejorar el rendimiento de la fuerza de ventas y abrir nuevos canales de comunicación, por medio de soluciones ideadas para la gestión de relaciones con los clientes (CRM), o se desee mejorar el control de inventarios y el flujo de mercancía, a través de soluciones para la planeación de recursos empresariales (ERP), el desafío para la organización está en lograr un trabajo integrado entre sistemas y el resto de los sectores, y no dejar pasar por alto las oportunidades de aplicar las novedades que puedan favorecer los objetivos corporativos.

 

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