El factor humano y transición a la nube en México han mostrado en los últimos años un crecimiento en pesos que afirma el cambio de paradigma tecnológico como un hecho irreversible. La estabilidad que muestra el mercado y las enormes oportunidades que trabajar en el entorno de la nube representa para la organización han hecho que aquellas empresas que todavía no han adoptado esta modalidad ya estén afinando las teclas para migrar en los próximos meses, lo que pone de relieve la necesidad de contar con la asesoría adecuada y un plan de transición que oriente las acciones y busque garantizar el retorno de la inversión.
Dados los requerimientos en términos económicos y la gestión del cambio que demanda la migración, la decisión de “subir” en la compañía no se da súbitamente ni forma parte de un acto impulsivo. Por lo general, se trata de una decisión tomada concienzudamente por un equipo relevante en la organización, cuya visión de negocio contempla la flexibilidad que se debe tener frente a los cambios del entorno.
Antes de comenzar el cambio, conviene tener claro que la empresa sufrirá un giro importante que puede aumentar su competitividad. Hablamos tanto de tecnología como de personas, puesto que son estas quienes emplean las herramientas informáticas y es mediante sus competencias digitales que se logra explotar de lleno la nube para beneficiar el negocio.
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Una vez que es comprendido el hito que viene, se debe abordar una metodología que mitigue riesgos y aumente las probabilidades de éxito de la inversión, lo que a grandes rasgos implica:
- Identificar las aplicaciones empleadas hasta el momento y catalogar su importancia en función de las necesidades de negocio.
- Definir el criterio para migrar y determinar si se requiere construir nuevamente la arquitectura de las aplicaciones en la nube.
- Adecuar la plataforma en función de las necesidades.
- Implementar el sistema y hacer pruebas integrales y unitarias hasta que la operatividad sea un hecho.
Lo anterior debe ocurrir a la vez que se lleva a cabo un plan para la gestión del cambio y se promueve una cultura digital y un ejercicio de la innovación que aseguren la adopción de las tecnologías desde la perspectiva humana.
Hay mucho del concepto de ecología de la información en este tipo de cambio. Aunque todo gire alrededor de la tecnología, también se trata mucho de las personas, por lo que, más allá del proveedor a contratar y el alcance de las aplicaciones, la inversión en capacidades resulta de igual forma vital.
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